Wednesday, February 05, 2014

Entrevistas de trabajo

En mi vida habré hecho unas ¿cien? entrevistas de trabajo. No sé si me quedo corta o exagero, pero el caso es que he vivido esa misma situación en repetidas ocasiones y las sensaciones son siempre, sino las mismas, muy parecidas. 

Está la clásica entrevista para una buena empresa a la que una siempre va más ilusionada de lo normal aunque sabe que las esperanzas de ser la elegida son mínimas. Te arreglas más, acudes mucho más informada sobre la compañía en sí, luces tu mejor sonrisa y durante semanas pasas el tiempo mirando el teléfono para ver si te llaman y te haces ilusiones viéndote a tí misma siendo parte de un entorno laboral idílico, embarcada en interesantísimos proyectos, compartiendo risas con compañeros majísimos...

Y luego hay entrevistas de las que sales simplemente asqueada y deprimida. Preguntas y más preguntas capciosas, ejercicios para demostrar que el título de Periodismo no me lo regalaron en una tómbola, sueldos que dan risa y empresas que se ubican en polígonos por los que ni las putas se atreven a parar...

Pero ni una queja señores, que las entrevistas no es que crezcan en los árboles, que en tres meses y pico de paro sólo han llamado de cuatro empresas para saber quien está detrás de mi CV. Así que cada oportunidad para demostrar que tengo que ser la elegida se convierte en un concurso de la tele donde el premio es un trabajo con el que poder ganarme la vida y seguir pagando las facturas.